Conversaciones con un danés enloquecido por el fútbol argentino

Entró al bar como si estuviera dando los primeros pasos en la Luna. Muy despacio, casi como si el piso se estuviera moviendo. Con precaución, como si creyera que una ola gigante lo iba a aplastar o un huracán arrastrar hasta el infinito. Precavido, con las manos hacia adelante, como si tuviera que palpar el aire. Los ojos, desorbitados, enfocan hacia todos los ángulos. La boca está abierta como si acabara de ver a algún tipo de fantasma en el camino.

Pasaron muchas horas desde el partido en el que Dinamarca empató sin goles ante Francia, con el que se clasificó a los octavos de final del Mundial Rusia 2018. Y él, como casi todos los hinchas en ese momento de la noche, tiene demasiadas cervezas encima. Parece uno de esos hombres felices porque el alcohol lo ayudó un poco para mirar las cosas desde otro ángulo. Tener un poco menos de inhibiciones. Mirar sin vergüenza. Bailar como si tuviera ocho o diez años.

Llega a la barra de un bar de Moscú y pide un par de cervezas. Una para él, otra para su amigo, un gigante barbudo de cara dura, cuadrada. De alguna manera, descubre que a su lado hay un periodista argentino que habla con unos colegas brasileños. En ese momento, se transforma.

Es rubio, más bien bajo. Ojos celestes y voz rasposa. Su inglés está lejos de ser perfecto, pero es fácil entenderlo. Lo que no puede expresar con palabras lo hace con gestos. Mueve los brazos, patea al piso, apunta.

-No me vas a creer, pero yo soy un fanático de Argentina. Cuando jugó contra Francia en el Mundial 78, todos en mi país querían que ganaran ellos. Pero yo no. Yo quería que ganara Argentina. Hola, soy Jimmy, de Dinamarca- arranca.

-¿Sí? ¿Pero por qué?- responde el periodista.

-Porque los argentinos juegan con el corazón, nunca vi nada así. La forma en la que corren con la pelota es diferente al resto-. Y ahí arranca la mímica: hace como si tuviera una pelota entre los pies y mueve las piernas para un lado y otro, como si emulara la forma en la que Messi elude rivales.

-Sí; es que así se juega en el potrero.

-¿Qué dijiste?

-Potrero.

-¿Qué es eso? Nunca escuché esa palabra. ¡No puede ser!- Jimmy empieza a golpearse la cabeza como si hubiera hecho algo muy malo. Como si hubiera sido un fiel traidor.

-¡Tranquilo! Mirá, acá te muestro- En Google: “Potrero”. Y aparecen imágenes de chicos jugando en el barro, entre tierra, sucios, pateando pelotas desgastadas.

-¡PO-TER-O (lo dice mal)! ¡POTRERO!-

Se acerca a su amigo danés -que al parecer no habla nada de inglés- y lo abraza.

-Esto es muy importante para mí, muy importante. Argentina es todo.

-Cuando vayas a Argentina, lo vas a poder ver.

-¿Argentina? Es mi sueño, mi sueño. Tengo casi 50 años y ese siempre fue mi sueño. Ir a Argentina.

-Bueno, si en algún momento vas, me llamás y vamos a comer algo o a la cancha.

-¡Nooooooooooooooo! No puede ser. Es mi sueño. Es mi sueño. Gracias, amigo.

Jimmy está en un estado de excitación total. Todo lo que escucha se lo traduce a su amigo, que sonríe. En un momento, mira al barbudo y lo obliga a jurarle al periodista que él es un fanático verdadero, que toda su vida viene hablando de la Selección argentina y sus jugadores, que esto no se trata de una charla de borrachos en un bar.

-¿Y no te gusta el equipo de Dinamarca?- pregunta el periodista.

-No, es una mierda. Muy frío. Muy defensivo.

-¿Te gusta Maradona?

-¿Diego? ¿Cómo me vas a preguntar por Diego? Yo lo amo a Diego.

-¿Viste el video de hoy después del partido?- El periodista le muestra las imágenes en las que se ve a Maradona descompuesto tras el encuentro ante Nigeria.

Jimmy se pone la mano derecha sobre el corazón. Y empieza a gritar: “¡No! ¡No! ¡No! Pero está bien, ¿no? ¿Está bien?”.

-Sí, no te preocupes, está bien.

-Diego es Diego (en español). Diego puede hacer lo que quiera. Yo lo amo.

-¿Pero los europeos no lo quieren mucho, no?

-No, es verdad. Porque no lo entienden. Pero Diego es Diego (repite en español).

Habla de Kempes, Fillol y Tarantini. Se desespera por Riquelme. Dice que el Barcelona es una “mierda” por haberlo dejado ir. Se emociona por Tevez y Messi. Dice que ahora que la Selección argentina pasó a octavos de final, todo puede pasar.

-Con Messi, puede soñar.

Jura que se tomará el avión a Argentina, que necesita sacarse la espina de encima, que quiere verlo con sus propios ojos. Si lo hace, será una obligación recibirlo con alegría. No parece haber muchos daneses -europeos- que sientan como él.

(Publicado en Goal.com)