Feud: lo clásico no vence, brilla

Joan Crawford es una estrella hasta cuando posa frente al espejo gigante de su mansión de Los Angeles. En la casa no hay nadie más que ella y su ‘sirvienta’. Tiene la consciencia de la fama hasta en el momento en el que las arrugas le desfiguran la cara, la borrachera no la deja caminar y la flacidez se hace más evidente que nunca. Cree que hasta las burbujas de las Pepsi que toma se prepararon para satisfacerla por lo que es…una gloria.

Bette Davis se pinta la cara con demasiado blanco. Queda pálida. Se colorea los labios de rojo y se ubica un lunar negro sobre el pómulo derecho. Cuando sale de su camarín y el grupo de trabajo que integra el set de la película “What ever happened to Baby Jane?” la ve, sólo les sale una reacción: aplaudir. Ella levanta el brazo izquierdo mientras inclina la mano hacia abajo, como si fuera una bailarina de danza clásica. No puede estar más feliz.

Feud, serie de FX de ocho capítulos creada por Ryan Murphy, que también estuvo al frente de la brillante American Crime Story, recurre a lo clásico para diferenciarse del resto del mercado, cada vez más grande y monótono, con una cuota de calidad difícil de olvidar.

El relato cuenta la historia de rivalidad (en el traductor, “feud” se marca en español como ‘feudo’; odio de sangre, disputa tonta) entre dos de las actrices de Hollywood más grandes de los 40 y 50 que, varios años después, empiezan a perfilar la caída al ostracismo, al olvido. Porque el público, agotado de sus caras y nombres, ya no quiere ver mujeres viejas. Marilyn Monroe es la nueva rubia que todos desean.

Casi de casualidad, deciden juntarse, porque perciben que de manera separada no tendrán forma de llegarle a mucha gente, porque son adictas a la grandeza, porque necesitan el reconocimiento como el aire. Entonces, generan una pequeña obra maestra (what ever happened to Baby Jane?) que las ubica una vez más en lo alto. Y ellas vuelven a estar convencidas que no merecen otra cosa más que eso: mirar al resto de los mortales desde la altura. Pero no. El tiempo les gana a todos. Hasta a estas divas.

Feud no tiene nada que ver en lo temático con American Crime Story, la perfecta crónica sobre el juicio a O.J. Simpson, pero sí guarda una relación en cuanto a cómo contar la serie: la idea de la filmación es simple, correcta y más bien clásica. Sin grandes planos, sin pretender innovar, con una paleta de colores acorde a la época (los 60). No tiene grandes aspiraciones porque todo se apunta a contar bien la historia. Y qué bien lo hace.

Crítica-de-la-serie-FEUD-2

El relato tiene detalles perfectos, como esa especie de documental en el que se inician los capítulos en los que los personajes que conocieron a las actrices describen parte de la historia de la relación. Jessica Lange (Joan Crawford) es sólida en el papel de esta mujer gloriosa que no sabe perder, pero lo de Susan Sarandon (Bette Davies) al frente de esta actriz que sólo precisa de inspiración, talento, arte y que la quieran mucho…es verdaderamente fascinante (cómo juega con la forma de fumar es sólo un gesto perfecto que resume su excelencia). Las dos están nominadas a los Emmy por personaje principal en mini serie.

Alrededor de estas grandes mujeres giran personajes de enorme valor. ‘Mamacita’, la ‘sirvienta’ de Crawford, es espléndida. Hedda Hopper, la periodista de chimentos capaz de todo por una buena primicia, da escalofríos de los buenos. Robert Aldrich, el director torturado, genera una extraña empatía.

Cuando las historias reales generan ganas de revisar el pasado para enterarse un poco más sobre lo que se decide contar es que algo bueno está pasando. Y esta serie genera curiosidad y deseo de ver al menos un par de películas de cada uno, conocer su verdadera presencia, reconocer su ángel real.

La gente que sólo mira series de Netflix debería replantearse todo. FX hace tiempo que no sólo está a la altura, si no que en muchos casos lo supera ampliamente (a mirar Atlanta, Fargo, American Crime Story, etc). La excelencia de HBO se conoce. Lo cierto es que ya es muy normal que grandes productos como Feud, la mejor serie en lo que va de 2017, pasen casi inadvertidos mientras una buena mayoría pierde tiempo en obras intrascendentes.

El estilo no podía ser otro para hablar de dos actrices-estrellas de los 50. Clásico, bien clásico, como ya no existe ni en la televisión ni el cine de hoy. Pero Feud demostró que no sólo lo clásico se puede mantener bien, si no que le saca mucha diferencia al resto: brilla como si fuera lo más nuevo, como si nadie hubiera podido hacer antes algo igual.