Historia del libro más esperado

-Bueno, y ahora estoy trabajando en la traducción de un libro importante…

-¿Qué libro?

-No, no puedo decir nada, en la editorial no me dejan.

-A ver si lo puedo adivinar…¿qué editorial?

-Adriano Hidalgo

-¿No será Minae Mizumura, no?

-Eh…

Llamé a la Embajada de Japón para pedir el contacto de algún sobreviviente de la bomba de Hiroshima que viviera en Buenos Aires. Se cumplían 69 años del ataque por el que murieron unas 140 mil personas. Tenía ganas de contar la historia.

 

-Le podemos pasar el número de Tomoko Aikawa. Es hija de sobrevivientes y trabaja divulgando la cultura japonesa en Argentina.

 

Tomoko me recibe en una confitería de Palermo. Habla en perfecto español mientras su hija de doce años, Ami, se distrae con el armado de una grulla de origami. Bastan un par de minutos para percibir que Tomoko es perfecta para recrear no el momento en el que la bomba hirió a Japón para siempre, sino el tiempo posterior, cuando la tragedia se convirtió en una realidad para luego convertirse en secretos, miedos y silencios.

 

“Hay que referirse a la cultura y enseñanza japonesa para entender el silencio. Acá en la Argentina todos dicen ‘¿por qué?’ ‘¿qué pasó?’ No está mal, celebro eso. Pero, en Japón, la educación es más pasiva, la época era distinta. Nunca preguntamos por qué a los padres y los profesores se limitaban a contar las cosas esenciales”, dice Tomoko, que nació en Hiroshima y se mudó a Buenos Aires en 1991. Confiesa que recién en esa época se animó a preguntar sobre la bomba a un sobreviviente.

 

Cuando termina la nota, llega el momento más divertido. Con algunos entrevistados dan ganas de salir corriendo después de hacerles las preguntas necesarias para escribir una historia. Pero no con Tomoko. Transmite dulzura y tranquilidad. Se interesa por mi leve conocimiento de la cultura japonesa. Y yo quiero saber más sobre su proyecto.

 

-Leí Una novela real, de Minae Mizumura. Me fascinó.

 

-Eh, sí…vamos a ver qué pasa con este libro, porque la autora es muy exigente con la traducción.

 

Obediente y respetuosa, Tomoko se intimida ante la orden de la editorial de no romper con el secreto y no quiere decir mucho más. En agosto del 2014, la idea ya estaba en plan de ejecución, pero parecía un proyecto más bien lejano.

 

El libro se volvió el más esperado de todos. Fueron una mezcla de condimentos: primero, la desinformación. Porque las editoriales suelen tratar con un excesivo secreto las novedades. Segundo, la atracción. Porque el primer libro que salió en español de Minae Mizumura, Una novela real (2011), me había parecido brillante y era necesario saber si la siguiente obra iba a poder estar a la altura. Tercero, y lo más importante, lo atractivo de saber que se estaba cocinando algo, que Tomoko debía estar esforzándose, interpretando palabra por palabra, punto a punto, intercambiando mails con Mizumura.

 

En enero del 2016, La herencia de la madre, de Minae Mizumura, salió a la calle. Le mandé algunos tweets a Tomoko, que no parecía saber que el libro ya estaba en las grandes librerías. Estaba muy contenta. En la tapa, muy estética y cuidada, de color púrpura y con el nombre de la autora en letras negras que atraviesa de abajo hacia arriba, figura sobre un costado: “Traducción de Tomoko Aikawa”.

 

Y Mizumura no falló. Aunque su nueva novela se siente algo menos ambiciosa que la primera que se tradujo al español (el primer libro de esta escritora japonesa es una osadía: la continuación de Luz y sombra, la famosa novela inacabada de Natsume Soseki), mantiene la esencia de una escritora que se perfila como una heredera directa de los grandes de la literatura japonesa, Yukio Mishima, Yazunari Kawabata, Kensaburo Oe. O, quizás, viene a completar la saga de virtuosos con lo que faltaba en la lista: una mujer.

 

Con pequeños detalles, la escritora, que vivió en Estados Unidos muchos años, pretende imponer parte del toque japonés. La historia se toma tiempo para hablar sobre la tradición. Recorre los diferentes tipos de kimono que se pueden usar según la ocasión. Habla sobre la impronta de las novelas occidentales. Destaca cuando la protagonista entra a ver un departamento y percibe una contradicción de identidad en la estética.

 

Mizumura escribe sobre un tema repetido, el de la familia miserable, pero desde una mirada sutil, original y tradicional a la vez. Mitsuki carga con la herencia de su mamá, una mujer que se dejó llevar por lo de afuera, que se cansó de pretender, que no supo ser real para su familia. A los 50 años, se encuentra con que su marido la engaña con una mujer más joven. Entiende que lo mejor de su vida lo dejó pasar. La prosa de Mizumura es sencilla, pero envuelve. Destila sentimientos de todo tipo. Para Mitsuki, la herencia de la madre será, al final, una oportunidad para volver a descubrirse.

 

La sensación, después de terminar de leer La herencia de la madre, es obvia: nada puede salir mal. El libro más esperado cumplió con las expectativas.