ESPN debe saber que no hizo las cosas bien con su serie de documentales sobre fútbol. Es imposible que después de sus extraordinarios 30X30 relacionados al deporte hayan evaluado a este producto como algo bueno. Las diferencias entre uno y otro son muy grandes. El primero, un proyecto que empezó en octubre de 2009, está basado en la búsqueda de la calidad máxima a la que se puede aspirar. Todo parece muy bien pensado y evaluado. Las circunstancias de tiempo, plata invertida y realización final lucen perfectas. ¿Cómo la misma empresa pudo haber hecho algo tan distinto? En los documentales sobre fútbol, el foco está completamente ausente. Un paso fallido para una máquina que suele elevar la vara de calidad.
Primer punto, el nombre. La idea original de los 30X30 era que fueran esa cantidad de documentales filmados por el mismo número de directores (la serie original, que salió en 2009, tenía la intención de recorrer los 30 años de la cadena, por lo que se contaron historias que fueron desde 1979 a 2009). En cambio, en los 30X30 Soccer sólo se publicaron ocho historias. ¿Por qué? No hubo un comunicado oficial al respecto. Lo cierto es que el proceso se cortó demasiado pronto.
En los 30X30 Soccer, ESPN perdió su virtud más grande: la de contar una historia desde su raíz. Recorrer el relato a partir de los detalles para llegar en algún momento al tronco. Cubrir la mayor cantidad de miradas posibles. Poner recursos a disposición del documental y no al revés. En los relatos sobre fútbol, da la sensación de que todo se hizo con desgano, a las apuradas (¿habrá jugado en contra la necesidad de publicarlos sí o sí poco antes del Mundial?).
¿Es posible contar una buena historia en menos de 25 minutos? La duración de algunos de los documentales da un indicio de lo pobre del material. Las historias, salvo White, blue and white y Hillsborough, perdieron intimidad con respecto a otros episodios de ESPN y carecen de emoción e interés. La elección de los directores para cada uno de los relatos parece al azar. Un inglés comanda el documental sobre Maradona en México 86. Dos estadounidenses quedaron a cargo del film que cuenta el dolor y miedo de pertenecer a la Selección de Chile mientras Augusto Pinochet gobernaba con armas, autoritarismo y tiranía. Es fácil percibir la lejanía de los autores con el producto final.
Fue un paso en falso de una empresa acostumbrada a generar sólo contenido clase A. La pelota quedó manchada. Esta vez, no le pudieron sacarle el barro, limpiarla y mostrarla con el brillo que se merece. Los ESPN 30×30 Soccer fueron bastante terribles: le sacaron color y pasión al deporte más lindo de todos.
-White, blue and white, Camilo Antolini. La historia de Osvaldo Ardiles, el argentino. El relato de Ossie Ardiles, el inglés. Un jugador de fútbol encuentra a Inglaterra como su segunda casa. Vive cómodo, lo tratan bien, se siente feliz. Hasta el 2 de abril de 1982. Ardiles, una de las figuras del Mundial 78, era un ídolo en el Tottenham. Pero la guerra le generó demasiados sentimientos cruzados que nunca pudo asimilar. En Inglaterra lo llamaban traidor por “dejar” a su club para entrenar en Buenos Aires con la Selección argentina unas semanas antes de España 82. En la Argentina también lo consideraban traidor simplemente por haberse acostumbrado a la vida inglesa. Hay que prestar atención en Ardiles: es un ex jugador de fútbol que por momentos habla como si fuera uno más de la clase media británica. Podría ser un banquero, un abogado, un barman. Se expresa con naturalidad y simpleza. Vocabulario y franqueza. El documental, producido entre otros por Juan José Campanella, tiene puntos muy altos, especialmente cuando Ardiles se reencuentra con el pasado. Ahí queda claro que el dolor y la tragedia habían quedado lejos de estar enterrados. El ex jugador viaja a las Malvinas con su histórico ladero, Julio Ricardo Villa, y sufre un accidente automovilístico. Parece una simbología de ficción, pero no. Salvó su vida de milagro gracias a la eficiencia de los isleños. Por momentos, conmovedora. De gran ritmo y con buena utilización de las imágenes de archivo.
-Hillsborough, Daniel Gordon. Una verdadera lección de cómo contar una historia sensible con inteligencia e intensidad. Relata la terrible tragedia que dejó 96 muertos luego de un brutal aplastamiento de hinchas en un partido del Liverpool. Lo que fue evidente negligencia policial se tapó de manera descarada. Los hinchas, masacrados, pasaron a ser por la prensa y el propio gobierno británico borrachos y violentos que no hicieron más que ofrecerse a su propia muerte. El documental muestra todo el recorrido: desde el día de la tragedia, 15 de abril de 1989, hasta el momento en el que llega un reconocimiento que parece demasiado tardío. Excelentes testimonios, buena recreación de las secuencias imposibles de conseguir y perfecta utilización de las imágenes de archivo. Una joya.
-La oposición, Ezra Edelman y Jeffrey Plunkeet. El documental plantea la posición en la que se encontró la Selección chilena durante la época de la dictadura militar de Augusto Pinochet. El equipo llegó a vivir la humillante situación de presentarse en el Estadio Nacional y hacer un gol sin ningún tipo de resistencia. El rival, la Unión Soviética, se había negado a asistir, en lo que representaba un partido clasificatorio para el Mundial de 1974. En ese momento, a los jugadores chilenos les pareció raro. Después lo entendieron. Fueron parte del show. El Estadio Nacional funcionó como una especie de cárcel y centro de tortura inmenso. Cada tanto, los detenidos se ocultaban y había fútbol. La historia es interesante pero 25 minutos no alcanzan para desarrollar con profundidad todos los puntos del relato. Entonces, La oposición queda a mitad de camino. No termina de quedar claro el rol y la posición de los jugadores. Tampoco parece bien descripto el contexto. Intenso, pero algo vago.
-Maradona ´86, Sam Blair. Del Mundial del 86 ya no queda nada nuevo para contar. Todas las imágenes fueron agotadas. Maradona de todas las formas, desde todos los ángulos. Por eso, un documental sobre este histórico episodio deportivo necesitaba algo diferente. Pero no ocurrió nada de eso. El relato no sólo cuenta obviedades, como si se fuera mostrado a un público totalmente ajeno al fútbol, sino que se excede en le enfatización. Una voz en off pastosa y terriblemente dulce no hace más que embarrar las imágenes de un barrilete cósmico que voló como nunca antes.
-El mito de Garrincha, Marcos Horacio Azevedo. Otra historia fallida. Corta, sin sustancia, como si se hubiera hecho a las apuradas. Un producto mal pensado. Garrincha, un jugador fabuloso, nunca se muestra como corresponde. Al documental le falta escarbar en la historia del brasileño. Cuesta sentir empatía ante un personaje que el mismo relato parece desconocer. Nada cierra. Flojo.
-Ceasefire Massacre, Alex Gibney. En busca del foco perdido. A diferencia de Hillsborough, una historia en la que una tragedia ocurría directamente en un partido de fútbol, en este relato suena demasiado rebuscado el vínculo. El 18 de junio de 1994, el mismo día en el que Irlanda consiguió una de las victorias más importantes de su historia en Mundiales, ante Italia, dos paramilitares unionistas entraron en un bar de Loughinisland y abrieron fuego contra las personas que festejaban por la hazaña deportiva. El saldo fue de seis muertos y una conmoción imposible de frenar. La situación trajo un evidente efecto dominó en el equipo que iba por la gloria en Estados Unidos: no volvió a ganar en el torneo y quedó afuera en octavos de final contra Holanda. Pero en el documental no se explica nada. No hay una mirada política sobre la situación ni una semblanza deportiva. Queda absolutamente en la nada.
-Barbosa: el hombre que hizo llorar a todo Brasil, Loch Philipps. La historia es bastante conocida. Barbosa era el arquero de Brasil durante el Mundial de 1950. En el famoso Maracanazo, cuando Uruguay venció 2 a 1 al equipo local, el arquero no hizo demasiado para evitar el segundo gol, un remate al primer palo del delantero Ghiggia que no pareció del todo complicado. La historia cuenta cómo el pueblo de Brasil sacó a relucir su costado más cruel cuando condenó a Barbosa como el gran culpable de lo que consideraban una tragedia. Pero, salvo por alguna imagen aislada, el documental no tiene la palabra del protagonista, que murió en el 2000. Son todos testimonios sin peso, subjetivos y con imágenes muy pobres que acompañan el relato.
–Misterios de la Copa Jules Rimet, Brett Ratner. El peor documental por lejos. Más allá de que las misteriosas historias del lugar al que fue a parar el primer trofeo de los Mundiales puede resultar más o menos interesante, la forma en la que está construido este relato es por lo menos floja. Los testimonios no aportan nada. Las imágenes no son esclarecedoras. La edición es por lo menos vaga. Dura 22 minutos. ¿Se puede contar una historia de esa profundidad en ese tiempo? Haría falta un verdadero mago del relato. Queda claro que para Misterios de la Copa no contaron con ningún tipo de hechizo ni magia.
(#) La foto principal pertenece al documental La oposición, en el estadio Nacional de Chile.