El hombre que sabía demasiado

Leía el guión y lo fragmentaba en mil pedazos. Pensaba cómo mostraría a ese hombre que, enyesado y aburrido, mira a las ventanas de enfrente de su casa con la sospecha de que pasa algo raro atrás de una de las cortinas. Se imaginaba cuál era la mejor manera de contar un asesinato de una mujer solitaria y despreocupada en una ducha de un sucio motel de ruta. Soñaba qué música sería perfecta para contar el relato de un ex detective obsesionado en una mujer con movimientos extraños en una misteriosa San Francisco.

Lo más importante para Alfred Hitchcock era el cómo y no el qué. Para él, lo que hace único al cine no es la historia sino lo que se hace con ella. En una extraordinaria entrevista con Fletcher Markle, dice: “Si un pintor pinta una fruta, por ejemplo. Al pintor no le interesan tanto las manzanas por sí mismas, sino la técnica de su trabajo, que estimula la emoción de quien vea su obra. La gente mira un cuadro abstracto y dice: ‘Lo odio’. El hecho que diga que lo odia tiene que ver con una experiencia por sí misma. Después de todo, toda manifestación artística provoca una emoción”.

La obsesión de Hitchcock por el cómo creó a una máquina implacable. Era analítico. Conocía las herramientas que tenía como director de cine (montaje, cámara, edición, luz, música) y las usaba, sin olvidar a sus grandes maestros, Fritz Lang o Cecil DeMille, para desarrollar sus películas de la mejor manera. El objetivo final era conseguir la atención completa del público. Casi nunca fracasó. Sin quererlo, se convirtió en el hombre que sabía demasiado.

Acá, una descripción con buena parte de su filmografía que tiene como intención funcionar como guía para conocer a uno de los más grandes talentos de la historia del cine.

The Pleasure Garden (1925). El Jardín de la Alegría es un teatro donde bailan hermosas mujeres con poca ropa. No hay que esperar mucho para que el sello de Hitch quede impregnado en su debut: en la primera secuencia, la cámara se desplaza a lo largo de una fila de hombres que asiste a la función. Uno, que tiene prismáticos, repasa las piernas de las chicas. El espectador del film ve lo mismo que el viejo verde. Entonces, el director concede el primer guiño. Es como si le diera al espectador de la película la mejor butaca de la sala. La historia cuenta una experiencia de amores y desamores entre dos parejas. Al principio, el relato no parece definirse con respecto a qué es lo que quiere contar y cuáles serán los personajes principales. Entretenida, aunque es probable que de no haberse convertido en la primera obra de Hitchcock hubiera sido fácil de olvidar.

The Ring (1927). Primera película para la British International Picture. Hitch ya es un director codiciado que promete cosas importantes. Es, básicamente, la historia de una pelea entre dos hombres. Primero, arriba de un ring. Después, abajo, cuando se disputen el amor de una chica. Se luce particularmente una de las primeras secuencias del film, cuando la cámara se mueve entre una multitud que camina para un lado y otro en una especie de feria ambulante, donde se encuentra espera en un ring un hombre que supuestamente es invencible. “El director, Sr. Alfred Hitchcock, se desplazará entre la multitud dando instrucciones a sus cámaras (muchos de los cuales no podrán ser vistos), ataviado con el tradicional chaqué, pañuelo de seda rojo y exuberante sombrero de sedas”, decía un artículo de un diario en el que se convocaba al público a participar como extra. La película es mucho más picante y desarrollada que la primera de su filmografía. La secuencia final de la pelea es muy buena. El film tuvo a Hitch como único guionista.

The 39 Steps (1935). Probablemente la mejor de la época británica. Primera película que se basa en la idea de un hombre inocente que huye de la justicia. Un relato que muestra elementos dramáticos con toques de comedia satírica. Los espías traidores de Gran Bretaña figuran como una especie de grandes burgueses, por lo que la denuncia de enemigos interiores es una constante. La primera secuencia, cuando el protagonista (Robert Donat) está en un teatro de Londres mientras mira una demostración de un supuesto “señor Memoria” es fascinante. Suena un disparo. En el pánico, él se encuentra abrazado a una atemorizada Annabella (Lucie Mannheim), quien lo lleva a su departamento. En esta película comienza a hacerse tradicional el cameo de Hitch como personaje de sus películas. Acá se lo puede ver arrojando basura cuando los protagonistas abandonan el teatro, en el comienzo del film.

The Lady Vanishes (1938). El maestro del suspenso da su primera gran cátedra. La señorta Froy desaparece en un tren que va de Bandrika, un autoritario y frío país de Europa del este, a Londres. Pero todos los que viajan con ella desmienten que alguna vez haya subido alguien según las descripciones de Iris, una joven rica que viaja por el mundo sin demasiadas preocupaciones. En este film aparece con claridad un concepto inventado por Hitch: MacGuffin. Es un término para referirse a un pretexto narrativo vacío que mantiene al todo en movimiento. Claves numéricas, planos secretos, objetos aparentemente importantes. Elementos que obligan a los personajes a buscar, ocultar, huir o matar. Lo importante es que el contenido del MacGuffin no es importante y ni siquiera necesita una explicación. En esta película, la trampa de Hitch tiene que ver con la melodía que la señora Froy hace memorizar. Se trata de un mensaje codificado cuyo significado quedará oculto.

Rebecca (1940). Primera película en Estados Unidos. No tuvo que esperar demasiado para sentir el rigor. Su productor, David Selznick, no le dio absoluta independencia para filmar. Exige nuevas tomas, graba de nuevo la mayor parte de los diálogos y monta la película. El film tiene buenos momentos, pero no mucho más. Es algo confusa y desequilibrada. Uno de los puntos altos es cuando la Sra. Danvers, la ama de llaves de una enorme mansión, le enseña a la nueva Sra. De Winter la habitación de Rebecca, la primera esposa de su actual marido, de la que enviudó y por la que ronda el gran misterio. En esos minutos hay una mezcla de lesbianismo, muerte y tensión perfecta.

Mr. & Mrs. Smith (1941). No era malo Hitch para las comedias (o, en todo caso, para los momentos divertidos). Pero no se lució especialmente en ésta. La película arranca con mucho ritmo y frescura pero después se vuelve un poco monótona y aburrida. Ella (Ann Smith) es hermosa y caprichosa. Él (Robert Montgomery), un abogado exitoso, mujeriego, canchero y enamoradizo. En el medio habrá un tercero en discordia con muchas más sombras que luces. Fácil de olvidar.

Shadow of a Doubt (1943). Según Hitch y muchos críticos, la mejor película de su larguísima filmografía. Cuando el tío Charlie (Joseph Cotten, el de El Ciudadano Kane y la brillante El tercer hombre), un criminal buscado, nota que la policía está demasiado cerca, decide ir a visitar a su familia, donde tienen una enorme admiración por él. En la casa tendrá una relación de amor-odio con su sobrina. Espectacular, con momentos de tensión muy bien logrados y repleta de buenos momentos. No es la mejor, pero sí ingresa en el top 10. El primer paso fuerte en Hollywood.

Lifeboat (1944). Un barco alemán le tira un torpedo a otro inglés. De ese ataque sólo quedará, por lo menos para la cámara, un bote con sobrevivientes, entre los que se encuentra un jerarca nazi, un personaje que por momentos genera empatía, como buena parte de los malos de Hitch. Pero, al fin y al cabo, el villano es el villano y actúa como tal. La reacción de sus compañeros de bote será fuerte. Durante y después de la Segunda Guerra Mundial, hizo varios films con temáticas anti nazi. Este es el mejor, por lejos.

Spellbound (1945). Hitch empieza a soltarse. Todavía no termina de desatarse de Selznick pero, con el gran éxito de este film, tomará peso propio como director en el mercado de Estados Unidos. Entretenida, con una dulce Ingrid Bergman en el papel de una psicoanalista reprimida que recupera el placer por la vida al intentar recuperar a un paciente amnésico (Gregory Peck) de quien se cree que mató a su anterior médico. Imposible olvidar la escena onírica en la que los doctores intentan analizar los sueños de quien se supone que es Dr. Edwardes (Peck). Para esa secuencia, los decorados fueron creados por Salvador Dalín. Nada mal.

Notorious (1946). Una mujer (Ingrid Bergman), hija de un nazi que fue condenado, es contratada para ser espía de los jerarcas que escaparon a Río de Janeiro durante la Segunda Guerra Mundial. Papel inolvidable para Cary Grant, que hace de un agente del FBI que se enamora de Alicia (Bergman) antes de obligarla a casarse con Sebastian, un hombre poderoso, misterioso y con muchos secretos encima, además de una espeluznante mamá que parece estar un paso adelante de todos. La historia se vuelve dura y oscura cuando el grupo nazi sospecha que Alicia es una espía. El ambiente del film se vuelve exasperante. Hitch logra algunos de sus mejores momentos de tensión y drama. Esta dupla de actores protagonistas termina siendo la más querible, especialmente gracias al carisma de Cary Grant. Gran historia de amor.

 Rope (1948). De pie: Hitch filma esta película como una especie de obra de teatro filmada en algunos momentos con un solo plano. Su intención tiene que ver con algunas ideas de su primer film, The Pleasure Garden. “Intenté realizarla imaginando que había puesto a disposición de los espectadores unos binoculares para seguir la acción del escenario”, dijo. Entonces, la cámara se transforma casi en un personaje más: es como un hombre invisible que pasea por la casa y ve y escucha todo. Primera película dirigida a color en la filmografía de Hitch. Lo de James Stewart es memorable.

Strangers on a Train (1951). La historia de un intercambio de asesinatos entre dos desconocidos en un tren: Bruno, el psicópata, mata a la mujer de Guy y después lo chantajea para convencerlo de que mate a su papá a cambio. Perfecta transmisión de emociones en esta película. Se percibe la tensión y la intensidad es alta durante la hora y cuarenta que dura. La película, muy buena, vale de por sí por la secuencia final en el parque de diversiones. Brillante. Un detalle: uno de los guionistas del film es el gran Raymond Chandler.

Dial M for Murder (1954).  Casi como si fuera una obra de teatro televisada. Todo funciona bien en esta película: el montaje, la fotografía, la música, la puesta en escena. Tony quiere matar a su esposa por dos razones: le es infiel y pretende su fortuna. Para eso, intenta engañar a un viejo compañero de la universidad para hacerlo quedar como el autor del crimen. Pero el plan va a fallar en varios puntos. Atención, que Hitchcock aparece en esa película pero no es tan fácil encontrarlo: figura en una foto de una cena de fin de año de los alumnos que está colgada en la pared del departamento donde ocurre la acción.

Rear Window (1954). La mejor película en la carrera de Hitch. Un film que empieza en el mismo lugar del primer film del cine del británico. un hombre que utiliza prismáticos. Se hicieron muchas teorías con respecto al significado de La ventana indiscreta (el mito de la caverna de Platón, una pantalla en la que se proyecta el inconsciente, una fábula sobre Dios y sus criaturas). Pero, como nunca antes, ante esta obra hay que preocuparse mucho más en el cómo y no en el qué. Se trata del relato perfecto. Ritmo, intensidad, fuerza, suspenso, actuaciones (James Stewart, otra vez). En una época en la que la televisión ponía en duda la necesidad del cine, el director da una lavada de cara al séptimo arte.

 The Man Who Knew Too Much (1956). La versión hollywodense de una película que ya estaba hecha por él mismo en 1934. Una familia que está de vacaciones en Marruecos se encuentra accidentalmente en el medio de un escenario de un asesinato y conspiraciones. Según, Hitch, la primera película está hecha por un principiante con talento, mientras que la segunda es autoría de un profesional. Inolvidable utilización del tema “Qué será, será (Whatever will be, will be)”.

The Wrong Man (1956). Peliculón. Exasperante, cruel y significativa. Con enorme peso encima, Hitch se muestra en escena, con un plano lejano y advierte al principio del film que los hechos se tratan de eventos reales. Manny Balestrero (James Fonda) es acusado y paga por crímenes que no hizo. Sólo tuvo mala suerte. Es parecido al verdadero ladrón. El episodio lo llevará a un infierno que podría no tener retorno. Un film que habla sobre los prejuicios de la sociedad, la negligencia de la policía y lo idiota de la justicia. Muy entretenida.

Vertigo (1958). Uno de los grandes símbolos. Ineludible. Imprescindible. Atrapante. Scottie (Stewart, cuándo no), un policía retirado, es contratado para seguir a Madeleine (Jim Novak), esposa de un viejo amigo. Por supuesto, se enamora de ella que, aparentemente poseída por el espíritu de Carlotta, su antepasada que se suicidó, se quita la vida por el mismo procedimiento cuando salta desde un campanario. En poco tiempo, Scottie coincide con quien parece su doble, Judy, y él la transforma para hacer de ella la mujer a quien amaba y ya no está. Más allá de que el relato es sólido, los elementos sobrenaturales le quitan algo de fuerza al relato.

North by Northwest (1959). Roger (Cary Grant) todavía no lo sabe, pero es mandado a morir. Está en una ruta desierta esperando por alguien. No sabe mucho más. Llega un avión. Parece inofensivo. Pero no. Su objetivo es matarlo en el medio de alguna plantación. Se salva, pero su pesadilla recién empieza. Estamos en presencia de una película top dentro de la historia de Hitch. El suspenso queda de lado y surge otro perfil al que el británico pudo sacar a relucir con maestría: la acción. Un film no tan reconocido como merece. Brillante.

Psycho (1960). A esta altura, todo le sale bien a Hitch. Con Psicosis cierra los años más prolíficos de su carrera. Todo es genial en este clásico, quizás su película más representativa. Hasta fue el inicio para un nuevo género, el slasher (un subgénero del cine de terror en el que se representan los crímenes de un asesino psicópata que va eliminando uno por uno a los personajes de la historia). La secuencia de la ducha quedará en la historia sagrada del cine. Ahí está todo: primeros planos, planos medios, planos detalle, planos subjetivos, picados y contrapicados. Por momentos, genera miedo de verdad. Que Norman Bates quede en la gloria eterna.

The Birds (1963). Hitch le da la bienvenida a otro género: cine catástrofe. Pero, en esta película no hay monstruos gigantes ni meteoritos, sino pájaros. Los efectos especiales son bastante dignos para la época. Dentro de todo, resistieron el paso del tiempo. Aunque no se termina de entender a qué se debe el ataque de los animales, el clima que se genera es de terror absoluto. La capacidad de shock es constante. Sería injusto mencionar a esta película como menor.

Family Plot (1976). Una pena que se haya retirado con una de las películas más flojas. Está claro, el tiempo pasa para todos. Blanche, una supuesta espiritista que no hace más que engañar a la gente se encuentra con la posibilidad de su vida cuando una anciana le pide que encuentre a un hijo suyo al que desconoció mucho tiempo atrás. Su pareja, George, se pondrá en carrera para conseguir el objetivo, por el que conseguirán una buena cantidad de plata. Pero las cosas se empantanan e ingresan en un terreno tan complicado como confuso y algo aburrido. Por momentos, la película parece de clase B o hecha para que se muestre en la televisión en algún fin de semana lluvioso.